Ayudalos a equivocarse: Por qué tenés que dejar de elogiar a tus hij@s

Ayudalos a equivocarse: Por qué tenés que dejar de elogiar a tus hij@s

Facilitar que cometan errores puede ser una de las claves más importantes de su aprendizaje y desarrollo.

Como padres, solemos contemplar con asombro y alegría las capacidades de nuestros hij@s. A mí siempre me sorprende la habilidad de mi hija para trepar sin esfuerzo aparente al árbol más alto, para fijarse en los detalles más increíbles cuando caminamos juntas por la calle y para ver el mundo, el suyo pero también el mío, con una bondad y una sencillez que desearían para sí muchos adultos. La tentación de elogiarlos todo el tiempo por sus logros es grande, pero los expertos coinciden cada vez más en señalar que decirles a nuestros niños que son los más inteligentes y los más lindos no les ayuda en nada, sino todo lo contrario.

Muchos padres asumen que su misión en la vida es ayudar a sus niños a tener éxito, pero las últimas investigaciones al respecto apuntan a que es mucho más efectivo y saludable ayudarlos a equivocarse. Al parecer, la poca tolerancia a los errores es un caldo de cultivo ideal para la ansiedad infantil y, lo que es peor, puede hacer que los niños terminen por rendirse o dejen de probar cosas nuevas.

CÓMO AYUDAR A LOS CHICOS A EQUIVOCARSE

Varios autores hablaron en los últimos años de la importancia de permitir que los niños se equivoquen, un mensaje que poco a poco fue calando entre los padres. Como explica la profesora de matemáticas de la Universidad de Stanford Jo Boaler en un artículo publicado por la revista especializada YouCubed: «Los errores desarrollan el cerebro». Según Boaler, equivocarse aumenta la actividad sináptica, ya sea que nos demos cuenta de nuestro error o no.

“Las investigaciones recientes acerca del cerebro y los errores son tremendamente importantes para los padres y los profesores de matemáticas, ya que nos dicen que cometer un error es algo muy bueno. Los errores no son solo oportunidades para aprender, que es como los estudiantes suelen considerarlos, sino que son también oportunidades para que el cerebro se desarrolle y crezca. Comprender su potencial es crítico, ya que, en general, los niños y los adultos se sienten mal cuando se equivocan. Suelen pensar que no «son» para las matemáticas, porque crecieron en una cultura que prima el resultado y en que las equivocaciones no se valoran, sino que más bien se penalizan”, señala Boaler.

Para esta investigadora, el entorno de trabajo en el que se mueven los niños también es crucial a la hora de determinar su actitud hacia el error, y cita un estudio reciente que demostró que cuando los estudiantes perciben que el entorno de la clase es favorable y los profesores les explican que equivocarse tiene un impacto favorable en sus cerebros, los chicos tienden a esforzarse y a trabajar mejor.

Pero, ¿cómo ayudar a los niños a equivocarse cuando el entorno no incluye esta sensibilidad? La psicóloga e investigadora norteamericana Carol S. Dweck explica desde hace años que la clave de la resiliencia de los más pequeños está en la actitud de los propios padres hacia el error. Dweck introdujo hace algunos años en su libro, Mindset: la actitud del éxito, los conceptos de mentalidad fija y mentalidad de crecimiento.

Según esta autora, las personas con una mentalidad fija creen que sus habilidades son innatas y no pueden cambiar, mientras que las personas con mentalidad de crecimiento piensan que sus habilidades pueden mejorar mediante el esfuerzo y la aplicación de las estrategias adecuadas.

Un estudio realizado por la misma Dweck y Kyla Haimovitz en 2016 demostró que, precisamente, el tipo de mentalidad de los padres determina en gran medida el comportamiento de los hij@s. Si los padres tienden a creer que las fortalezas y talentos de sus hij@s son innatas, ellos lo reflejarán y actuarán en consecuencia. Sus errores no les servirán para aprender más, sino lo contrario, ya que los considerarán una muestra de su incapacidad y de su falta de habilidades. Si pueden, los evitarán, y si los cometen, se frustrarán.

En cambio, si los padres enseñan a su hij@ que aprender es un proceso en el que entran en juego el esfuerzo y el uso de las estrategias adecuadas, el niño utilizará los errores como parte de su aprendizaje, dejará de tenerles miedo e incluso les sacará provecho.

EL EJEMPLO, LA MEJOR LECCIÓN

Una manera sencilla de ayudarlos a gestionar sus equivocaciones es mediante el ejemplo. Resulta útil explicarles que las cosas no siempre suceden como nos imaginamos y que todo el mundo falla, incluso nosotros, y que tan buena puede resultar una cosa como la otra si de lo que se trata es de aprender. Compartir ejemplos de errores pasados y explicarles los de nuestro día a día pueden ayudarles a gestionar sus propias decepciones. También, trabajar con ellos la aceptación, y a la vez fomentar sus capacidades para resolver problemas de forma autónoma.

Una pregunta que puede ayudarles a buscar soluciones alternativas cuando se enfrentan al error es quizá: “¿Y qué podés aprender de esto?”. Quizá un desaprobado en matemáticas puede servirle para darse cuenta de que sería interesante para él hablar con su profesor y buscar entre los dos maneras alternativas de aprender ciertos conceptos que se le resisten.

Y si todo eso nos falla, siempre podemos darle una vuelta al asunto y contemplar los errores desde otra perspectiva. ¿Y si después de todo éstos no existieran? “Las equivocaciones, tal y como las entendemos, no existen para el cerebro”, afirma en este sentido el investigador y divulgador David del Rosario. “De hecho, siempre nos estamos equivocando, ya que en cada momento existe un error de predicción. Estos errores son la base con la que construimos modelos del mundo”.

Según este autor, existe una red neuronal que todo el tiempo se pregunta cuán diferente es la realidad de lo que imaginamos. “Aprender no es: yo recibo un estímulo y creo una base de datos (memorias) de cómo reaccionar a dicho estímulo con éxito. Aprender es convertirnos en maestros de la predicción. Es, en cierto modo, minimizar el error de predicción, es decir, mejorar nuestras imaginaciones para que la diferencia entre la realidad y mis predicciones acerca de lo que ocurre sean aceptables”, concluye.

Por Rocío Carmona, La Vanguardia.

Alfonsina Storni, la relevancia artística de una mujer que renegó de serlo

Alfonsina Storni, la relevancia artística de una mujer que renegó de serlo

Su situación económica, siempre al límite, y sus depresiones marcaron una vida que reflejó con calidad en sus obras hasta convertirla en una de las poetas posmodernas más relevantes de Hispanoamérica.

Alfonsina Storni tuvo una vida tan dura como apasionante. Vivió marcada por las estrecheces económicas, condicionada en la infancia por el alcoholismo de su padre y obligada a sobrevivir por sí misma desde pequeña. Era una niña tan distinta que su madre vio en ella cualidades diferentes de las de sus hermanos y fue a la única a la que escolarizó.

Storni, también conocida por los seudónimos Tao-Lao y Alfonsina, siempre reconoció ser una mente varonil encerrada en un cuerpo de mujer a la que le dolió haber nacido mujer. A pesar de los desengaños amorosos que sufrió, de considerar el sexo un estigma, de su nerviosismo hasta la paranoia y de las depresiones que padeció, dedicó su existencia a luchar contra las desventajas y discriminaciones de las mujeres con una prolífica obra como escritora y también como periodista.

Alfonsina Storni Martignoni nació en Capriasca, Suiza, el 29 de mayo de 1892, si bien no son pocos los que sitúan la fecha de su nacimiento el 22 de mayo. Hja de padres italo-suizos, nació allí casi por accidente, ya que la madre de Alfonsina, Paulina, era maestra, y su padre, Alfonso, había comenzado años antes un negocio en el que producía refrescos, hielo y cerveza en San Juan, Argentina, que les permitió ocupar un lugar de prestigio en la sociedad argentina en los primeros años de casados. Sin embargo, empezaron las estrecheces económicas y el padre empezó a beber y a desatender el negocio, por lo que el médico de la familia sugirió unas vacaciones, así que el matrimonio, ya con dos hijos, se fue a Suiza.

Cuando Alfonsina tenía cuatro años, la familia regresó a Argentina, primero a San Juan y luego, en 1901, a Rosario. Siete años después tuvieron su cuarto hijo, Hildo, con quien Alfonsina desarrolló un afecto materno. Pero a pesar de tanto cambio de residencia, la familia sobrevivió siempre con grandes dificultades económicas.

Con 12 años Alfonsina escribió su primer poema, marcado por la tristeza de la vida que ve alrededor y centrado en la muerte. Lo dejó debajo de la almohada de su madre para que lo leyera, y a la mañana siguiente, su madre, enfadada, le riñe explicándole que la vida es dulce.

En esos años la madre de Alfonsina intentó dirigir una escuela privada con 50 niños, pero el padre decidió que era mejor dirigir un café pequeño en el que la pequeña Storni servía y fregaba. Todo falló y las condiciones empeoraron cuando murió el padre en 1906.

Alfonsina Storni decide que tiene que sobrevivir por ella misma y con 14 años se traslada a Coronda para estudiar Magisterio. Trabaja en una empresa de gorras, en otra de aceites y también como celadora en una escuela, pero el dinero que le queda tras pagar la pensión no le da para vivir y hace escapadas a Rosario para cantar en un teatrillo como corista. Cuando descubren su trabajo como cantante Alfonsina piensa en suicidarse arrojándose al río. Sin embargo, al año siguiente obtiene el título de maestra rural y ejerce ese otoño en una escuela de Rosario, que incluso llega a dirigir, pero sus ataques de nervios la obligan a dejar el trabajo.

Como ya tiene clara su vocación de escritora, publica sus primeros versos en las revistas Mundo rosariano y Monos y monadas, pero a la vez sufre su primer desengaño amoroso con un hombre casado, 24 años mayor que ella, y que además la deja embarazada. Alfonsina, avergonzada, se refugia en Buenos Aires pero decide tener al hijo que lleva dentro y con 20 años da a luz a Alejandro.

El primer libro de Alfonsina Storni se publicó en 1916, cuando era pobre, madre soltera, sin contactos adecuados y considerada poco atractiva según los estándares de la época. Se publicaron quinientas copias por 500 pesos. Sus siguientes obras, El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919), y Languidez (1920) expresan sus frustraciones con los estereotipos de las mujeres. Precisamente en este último proclamó en uno de los versos: “Señor, el hijo mío que no me nazca varón”.

En la obra Tú me quieres blanca expresa su descontento con el hombre hispanoamericano que quiere que las mujeres sean puras. O en Hombre pequeñito habla sobre la prisión que la mujer puede sentir por las relaciones con los hombres. Storni habló en nombre de muchas mujeres al sugerir que las relaciones entre hombres y mujeres fueran intelectuales y más equilibradas. Instó al gobierno a otorgar el voto a las mujeres y escribió artículos y ensayos sobre los derechos de las mujeres. El diario La Nación de Buenos Aires publicó varios artículos suyos que escribió con seudónimo y se convirtió en parte de un grupo de escritores, poetas, artistas y músicos de la época que juntos visitaban La Peña, un restaurante donde Alfonsina recitaba su poesía.

En 1920 Alfonsina Storni ganó el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura por Languidez. En 1921, el Teatro Infantil Municipal Labardén creó un puesto para ella y en 1923 se convirtió en profesora de Lectura y Declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas. Poco después obtuvo una cátedra en el Nacional de Música y Declamación.

Sin dejar de escribir, sus obras Ocre (1925) y Poemas de amor (1926) expresan el resentimiento femenino hacia el hombre que simplemente busca la comodidad. Comparadas con sus trabajos anteriores, estos son poemas más cínicos e irónicos que expresan su actitud cada vez más mordaz hacia los hombres.

Sus recurrentes viajes a Uruguay la acercaron a colegas como Juana de Ibarbourou y Horacio Quiroga, con quien mantuvo una profunda amistad, y en la década de los años 30 conoció en Europa a otro de sus referentes: Federico García Lorca.

En el verano de 1935 Alfonsina descubrió que tenía cáncer de mama. Bañándose en el mar, una ola fuerte y alta la golpeó en el pecho sintiendo un dolor muy fuerte y perdiendo el conocimiento. Descubrió un bulto en el pecho que hasta el momento no se había notado. Fue operada y, aunque se pensaba que era un tumor benigno, en realidad tenía ramificaciones, por lo que la mastectomía le dejó grandes cicatrices físicas y emocionales.

Si Alfonsina siempre había sufrido de depresión, neurosis, paranoia y ataques de nervios, los síntomas de enfermedad mental se recrudecieron y se recluyó, evitando a sus amistades. Su carácter cambió y ya no visitó más a nadie. No podía admitir sus limitaciones físicas, deseaba vivir pero no aceptaba los tratamientos impuestos por los médicos, no permitía que su hijo la besara y se lavaba las manos con alcohol antes de acercarse a él o de cocinar.

Un año y medio después de que su amiga Quiroga se suicidara en 1937 y atormentada por la soledad, Alfonsina Storni comenzó a llamar al mar en sus poemas y habló sobre el abrazo del mar y la casa de cristal esperándola allí en el fondo. En 1938 le reveló a su hijo que el cáncer había llegado a su garganta y que se negó a someterse nuevamente a una cirugía. El 18 de octubre tomó un tren a Mar del Plata y se quedó en un pequeño hotel. Escribió el poema Me voy a dormir el 20 de octubre y el día 22 lo envió a la redacción de La Nación. Mientras el público leía su poema, ella se suicidó en la playa La Perla en Mar del Plata en la madrugada del 25 de octubre, cuando tenía 46 años.

Alfonsina Storni caminando por la rambla de Mar del Plata en 1936.

Hay dos versiones sobre el suicidio de Alfonsina Storni: una de tintes románticos, que dice que se internó lentamente en el mar, y otra, la más apoyada por los investigadores y biógrafos, que afirma que se arrojó a las aguas desde una escollera.

Su suicidio inspiró la canción Alfonsina y el mar, de Ariel Ramírez y Félix Luna, que ha sido interpretada por innumerables músicos de lengua española, destacando la versión de Mercedes Sosa y la de Chabuca Granda. Desde 1996 hasta 2010, la actriz Amelia Bence, que fue alumna de Storni en el Teatro Infantil Labardén, la interpretó en diversos teatros de Hispanoamérica con la obra Alfonsina, el mar y yo, que intercalaba música y poesía.

Varias calles llevan su nombre en localidades de Argentina, por ejemplo en el barrio porteño de Saavedra, en el barrio Paso Piedras de Junín, en Rosario, en Concepción de Uruguay y, por supuesto, en Mar del Plata, donde tiene hasta un monumento en la playa. Sus restos se encuentran enterrados en el cementerio de la Chacarita y su obra poética y teatral es su mejor legado, tanto por su originalidad y relevancia como por su estilo posmodernista que culminó con alguna obra vanguardista.

Por Alberto López

FUENTE: ELPAIS.COM

Olga Tokarczuk: la escritora de orígenes humildes que ganó el Premio Nobel de Literatura

Olga Tokarczuk: la escritora de orígenes humildes que ganó el Premio Nobel de Literatura

La autora polaca comenzó limpiando habitaciones en un hotel de Londres y se transformó en una referente del feminismo, el ecologismo y los derechos de las minorías.

En pasado 10 de octubre la Academia Sueca anunció a los dos ganadores del premio Nobel de Literatura: la escritora polaca Olga Tokarczuk, premiada por 2018, cuando el premio no entregó por las denuncias a Jean-Claude Arnault de acoso y violación a 18 mujeres; y el austríaco Peter Handke, ganador 2019.

La autora polaca fue premiada por “su imaginación narrativa, que con pasión enciclopédica representa el ir más allá de las fronteras como forma de vida”.

Su obra es, según la Academia un “excelente ejemplo de la nueva literatura polaca después de 1989”. Con este reconocimiento, Tokarczuk se convierte así en la decimoquinta mujer, en más de un siglo, en ganar el Nobel de Literatura.

Pero, además de este reconocimiento, la novelista, poeta, ensayista, guionista y psicóloga se encuentra entre los escritores polacos más traducidos y tiene una historia de vida de superación personal que no esconde, sino que la usa para empoderar a sus seguidores.

A sus 57 años, Tokarczuk es una referente feminista, ecologista y una militante por los derechos de las minorías. Estudió psicología en la Universidad de Varsovia y, cuando se recibió, viajó a probar suerte a Londres, donde comenzó trabajando en un hotel como mucama.

Ya de vuelta en Polonia, se desempeñó como psicoterapeuta en un centro de salud mental de Breslavia. Cuando sus primeras obras literarias comenzaron a ganar popularidad, Tokarczuk renunció a su trabajo para dedicarse full time a su pasión: la escritura.

Hizo su debut en la literatura en 1993, con la novela de ficción “El viaje de los hombres del Libro”, aunque la fama llegó con su tercera novela “Un Lugar Llamado Antaño”.

Sin embargo, comenzó publicando mucho antes, en 1979 escribía sus primeros relatos en la revista “Przelaj”, bajo el seudónimo de Natasza Borodin.

Uno de los libros de Olga Tokarczuk, la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2019

Lo destacable es que jamás ocultó sus orígenes. En 2018, usó los aros que se ponía cuando trabajaba como empleada doméstica para recibir el Premio Booker en Londres a la mejor novela traducida al inglés por “Los corredores” y compartió la anécdota durante su discurso.

Olga Tokarczuk, la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2019 (Foto: @lukaszgiza)

Hasta el momento, Tokarczuk lleva publicados 17 libros, entre novelas, colecciones de cuentos, ensayos y guiones cinematográficos. Y es una de las escritoras polacas contemporáneas más premiadas. Ha ganado reconocimientos como el Premio de la Fundación Koscielski, en 2007 y 2015; el Premio Literario Nike, en 2008, y, en 2018, el Premio Internacional Booker.

Olga Tokarczuk trabajó como mucama en Londres y, en 2018, usó los aros que se ponía en aquellos años para recibir el Premio Booker a la mejor novela traducida al inglés

Olga Tokarczuk tiene 17 textos publicados y es la autora polaca más traducida a otros idiomas

A través de sus textos, la autora polaca refleja sus ideales, genera polémicas y gana adeptos que no solo la admiran por su prosa, sino por su militancia. Por ejemplo, en “Ara a través de los huesos de los difuntos”, habla sobre el maltrato animal.

Tokarczuk aprovecha cada entrevista para hablar sobre los refugiados, reclamarle al gobierno de su país la igualdad de derechos de los homosexuales y manifestar las problemáticas que viven las mujeres en el mundo, como referente feminista.

Además, participa en la organización del Festiwal Opowiadania (un festival de relatos), da clases de escritura creativa en la Universidad de Opole y desde 2004 es miembro del partido Los Verdes.

Olga Tokarczuk, la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2019

Actualmente, la escritora vive en Krajanów, en las montañas del Sudoeste de Polonia, y trabaja en una obra inspirada en sus orígenes familiares.

Escribir novelas es como contarse cuentos uno mismo en la madurez, como hacen los niños antes de dormir, que utilizan el lenguaje que se encuentra en la frontera entre el sueño y la conciencia, describiendo y creando”, dijo la autora en uno de sus discursos.

 

Olga Tokarczuk: la escritora de orígenes humildes que ganó el Premio Nobel de Literatura

Los creadores de Barbie lanzan una colección de muñecos sin género

La empresa creó “Creatable World”, una serie de figuras que pueden vestirse y peinarse como mujeres u hombres. Cada kit trae diferentes pelucas, pantalones y vestidos.

El género neutro es la nueva apuesta de Mattel, la firma de juguetes responsable entre otros productos, de la muñeca Barbie. En busca del fin de los estereotipos, la marca lanzó la colección «Creatable World«, una serie de figuras que pueden vestirse y peinarse como mujeres u hombres, según la niña o el niño lo deseen.

Pantalones, vestidos y pelucas de varios largos figuran entre los accesorios de estos muñecos que se enfrentan a los modelos tradicionales de juguetes, tan cuestionados en los últimos años. Desde hace varios años el sexismo y los estereotipos de género en los juguetes son una preocupación constante de padres y madres. Esta nueva propuesta es una oportunidad para reivindicar el derecho a jugar de los chicos sin roles ni etiquetas.

Según aseguró la empresa en un comunicado, se trata de una línea de juguetes personalizables que ofrece infinitas combinaciones en una sola caja (más de 1500 en cada kit).

«Las muñecas son tan ilimitadas como los niños que juegan con ellas», asegura la firma. En ese sentido, la propuesta es ofrecer «un lienzo en blanco» para que cada chico cree su propio personaje y que éste pueda cambiar tantas veces como el ñiño pretenda.

Respecto al lanzamiento que parece uno de los más revolucionarios e innovadores de la marca, Kim Culmone, Vicepresidente Senior de Mattel Fashion Doll Design dijo: «Los juguetes son un reflejo de la cultura y mientras el mundo sigue celebrando el impacto positivo de la inclusión, sentimos que es el momento de crear una línea de productos libres de etiquetas«. Para la representante de Mattel «esta línea permite a todos los niños expresarse libremente». Para ello, la compañía que es una de las líderes en la industria del juguete a nivel mundial trabajó junto a un equipo de expertos, padres y niños.

La colección consta de seis kits diferentes que están disponibles en distintos tonos de piel. Cada kit incluye un personaje y dos opciones de peinado. Los muñecos de la marca emblema se puede comprar a través de Amazon y Liverpool.com.

 

Olga Tokarczuk: la escritora de orígenes humildes que ganó el Premio Nobel de Literatura

Dietas, género y estereotipos: “El peso ideal existe en la teoría, pero es un unicornio”

Hablamos con las autoras de Pese lo que pese, un libro sobre nutrición con mirada feminista.

«¿Estás más gorda?», preguntan unos. «Cómo adelgazaste, ¡te queda bárbaro!”, acotan otros. «¡Andá al gimnasio!», reclaman los de allá, mientras las publicidades y la industria hacen una mezcla entre venderte hamburguesas y cerveza como comida cool, pero exigen que seas fresca, saludable y lleves una vida fit. Esas valoraciones y contradicciones impactan en la nutrición y en la cabeza de cada persona, enfrentándola constantemente a las exigencias de tener un cuerpo que encaje dentro de los estereotipos de belleza de turno, que siempre sugieren la posibilidad de hacer algo más en pos de estar «mejor». Las mujeres somos quienes más trastornos de alimentación sufrimos en el mundo, y eso no es casual. En este marco, Jesica Lavia, licenciada en nutrición, y Paula Giménez, periodista especialista en género, se propusieron escribir un libro sobre nutrición con perspectiva de género. “Somos lo que comemos, pero también cómo, por qué, con quiénes y en quiénes nos convertirnos cuando comemos. Salud física, psíquica y social: los tres pilares están interpelados por la nutrición”, explican las autoras.

Desmenuzando con mirada crítica porqué las mujeres (y todas las feminidades) nos sentimos incómodas con nuestros cuerpos tengamos el peso que sea, Pese lo que pese (ABRE Cultura) trata sobre los estándares de belleza, el amor propio, la alimentación saludable, el peso «ideal», los talles y la influencia de distintos actores (como los medios, las redes y la familia) en la percepción y (no) aceptación de nuestros cuerpos reales. La publicación ya está a la venta desde el sitio web de la editorial y se lanzará a comienzos de noviembre.

– ¿Consideran que el estereotipo de belleza que hoy se nos exige a las mujeres coincide con tener una alimentación saludable?

– Jesica Lavia: Puede coincidir o no. Existen personas estereotipadamente bellas que se alimentan saludablemente y otras que no (y viceversa). Por ejemplo, existen mujeres con trastornos alimentarios y cuerpos delgados que se adaptan a la norma, pero su alimentación está muy lejos de ser saludable. También están quienes por ser genéticamente delgadas comen cualquier cosa porque no se les «exige» alimentarse saludablemente. Como si ser flacas fuese suficiente para gozar de un completo estado de salud y la alimentación ya no importara. Por otra parte, muchísimas personas comen saludablemente y, sin embargo, están lejos de tener cuerpos que encajen en la norma.

– ¿Existe el peso ideal? ¿Por qué desde la medicina nos proponen como adecuado un peso inalcanzable (¡es, justamente, ideal!)?

– Jesica Lavia: Desde la teoría, el peso ideal existe, pero el peso ideal es un unicornio. El famoso «peso ideal» que se utiliza en medicina no contempla el peso de una persona como el resultado de muchos factores combinados. La tabla de peso ideal es estandarizada y sólo tiene en cuenta si sos mujer o varón (ya empezamos mal), la contextura física y la altura. Así, la historia personal de cada quien, la genética o la diferencia entre tener 25 o 60 años no importa. Tampoco si somos fisicoculturistas o sedentarias. «Todas las personas de un mismo sexo biológico, contextura física y altura equis debemos tener un determinado peso y eso es ‘lo ideal'», escribimos en el libro, y damos ejemplos: «Según esta tabla, sería lo mismo pesar 60 kilos, de los cuales 20 son músculo y 20 son grasa, que pesar 60 kilos, de los cuales 10 son músculo y 30 son grasa». Lo que se busca con ese peso ideal es estandarizar cuerpos hacia un modelo hegemónico que sirve de norma. Si no lo logro, me siento en falta, imperfecta y poco funcional. Horrible mensaje que cargamos sobre nuestros hombros durante años.

– Por un lado, nos venden la comida chatarra como alimento cool y, por otro, nos exigen delgadez; nos hablan de las maravillas del amor propio, pero nos proponen un ideal de belleza inalcanzable. ¿Cómo conviven estas contradicciones en las mujeres reales?

– Paula Giménez: Conviven mal, y es por eso que hicimos este libro. La idea surgió después de una nota en la que entrevisté a Jesica para abordar justamente esta problemática. ¿Por qué las feminidades siempre estamos disconformes con nuestro cuerpo tengamos el peso que tengamos? Hay un sistema hecho específicamente para que nunca seamos suficientes que afecta directamente a nuestra psiquis. Nos invitan a disfrutar de la vida y ser felices y publicarlo en Instagram, pero a la vez nos discriminan en las pasarelas, los colegios, los colectivos, en el mundo de la moda, en los trabajos. Ese doble discurso tiene como resultado trastornos con respecto a la alimentación que se pagan muy caros. Nueve de cada diez de ellos son protagonizados por personas que se autoperciben mujeres. Y ese dato no es menor.

Pese lo que pese (ABRE Cultura)

– El resultado de una de las encuestas que hicieron para el libro habla de que son las madres quienes frecuentemente inician a sus hijas en las dietas. ¿Cómo impacta esto?

– Paula Giménez: La opinión de la madre es generalmente una guía. Y si esa guía se centra en nuestro aspecto físico, es un problema. Sobre todo porque nuestras madres fueron también víctimas del discurso hegemónico en el que a las mujeres gordas no las quiere nadie, no pueden enamorarse ni recibir amor. Hablamos de este vínculo tan importante, pero intentamos despegar del papel de «malas» o de «culpables» a quienes nos criaron ya que, a su vez, fueron y sufrieron lo mismo que sufrimos hoy nosotras.

– ¿Por qué se castiga tanto la gordura?

– Paula Giménez: La gordura no es útil para este sistema, al que le sirven dos cosas: primero, que el cuerpo esté activo y, segundo, que esté insatisfecho. Por eso, el juego perverso entre la comida chatarra y la discriminación, tomar alcohol hasta dormirte pero, a la vez, la vida fit.

– ¿Es igual de dura la crítica que recae sobre los hombres gordos que sobre las mujeres?

– Paula Giménez: Sí, este sistema discrimina la gordura en su totalidad, pero como vivimos en un mundo machista, la condición de género importa. La imagen del «gordito» que va al arco pero levanta igual porque es simpático o le va bien en el trabajo y es poderoso, la tenemos re incorporada. No pasa lo mismo si sos mujer y sos «gorda». Las feminidades tenemos la responsabilidad de ser hermosas y eso viene con la exigencia de la delgadez como un ítem clave. Las mujeres que no tienen un cuerpo hegemónico sufren violencias constantes con respecto a su físico. El libro lo pensamos para poder desarmar muchas de estas cosas y dejar de naturalizar cuestiones horribles que vivimos y que nos hacemos con tal de llegar a tener esa delgadez que, prometen, nos dará la felicidad que no tenemos.

– ¿Qué actores que no saben de nutrición son reconocidos como voz autorizada sobre alimentación, dietas, «cuerpo lindo» y «cuerpo sano»?

– Jesica Lavia: Lamentablemente en los medios de comunicación y en las redes sociales cualquiera se cree con autoridad para hablar de nutrición porque se la asocia a hacer dieta para adelgazar. Y en esta cultura de las dietas y de la delgadez en la que vivimos, eso vende. Así, por ejemplo, alguien que hizo una dieta y «le funcionó» sale a hablar del tema como si tuviera la posta y fuera una verdad absoluta, sin ser consciente de lo peligroso de los mensajes que promueve, ya que cada cuerpo es único y lo que le hace bien a une no necesariamente nos hace bien a todes.

– Paula Giménez: Las redes son muy peligrosas y nocivas, pero a su vez son grandes lugares de pertenencia y fuente de información que antes jamás se hubiera cruzado con nosotras. Hay que consumir con cautela. Las cuentas de chicas fit están buenas, pero todo en exceso es complicado. La voz autorizada es la nutrición, pero también nos hacemos eco de que no todo profesional de la nutrición es autorizado. Hay muchas personas que estudiaron pero hacen mal su trabajo (como en todas las profesiones, pero aquí está en juego la salud), por eso replanteamos la necesidad de que haya una mirada de género integradora para laburar mejor y hacerle mejor a cada paciente.

– ¿Creen que las mujeres que crecimos con estas ideas estamos a tiempo de cambiar la cabeza?

– Paula Giménez: Creemos que nuestra generación ya tiene la cabeza bastante cagada con estos temas, por eso buscamos desnaturalizar el rechazo que sentimos cuando nos miramos al espejo, entender de dónde viene ese rechazo y cómo podemos modificarlo con pequeños actos. La idea es alimentar el amor propio, pero también respetarnos si ese amor no nace; empezar a ser más amables con nosotras porque ya hemos sufrido mucho. Hacemos un recorrido histórico para entender cómo todas estas cuestiones se vienen arrastrando y cómo estas violencias empezaron a influir en nuestra autoestima con la revolución industrial y con el capitalismo como modo de vida. Algo muy importante que aporta el libro también es la posibilidad de dejar de mirar el empoderamiento individual y empezar a hablar de la potencia que tenemos las mujeres entre nosotras. Todas las cosas que nos molestan y acomplejan, las vivimos todas; y la única manera de salir de esto es en forma colectiva.

– ¿Y las niñas y adolescentes?

– Paula Giménez: Tienen otra cabeza. Siguen viviendo en esta sociedad que es gordofóbica, pero las pibas atravesadas por el feminismo tienen otra forma de vincularse con sus cuerpos. Las infancias vienen más descontracturadas en estos temas. Las chicas se animan más a mostrar sus cuerpos y bancarlos, decir “este es mi cuerpo, y si no te gusta no lo mires”. Es el feminismo que viene a romper con lo establecido y a darnos más libertades. Venimos de un lugar de opresión y es importante que hagamos algo para modificar lo que dejamos a las próximas generaciones. Hoy les niñes tienen opción a un debate que a mí me hubiese gustado tener a los doce años, también tienen «Pese lo que pese».

Por Gabriela Bressan Camps, periodista y licenciada en comunicación social.
Fuente: Entremujeres